Isabel II recibe un último adiós histórico, entre líderes de naciones y espectadores mundiales

El féretro de Isabel II salió este lunes de Westminster Hall, donde estaba instalada su capilla ardiente desde el miércoles, rumbo a la Abadía de Westminster, para el funeral de Estado ante decenas de dignatarios mundiales.

Un afuste de la Royal Navy tirado por decenas de marineros fue trasladado el ataúd de la soberana más longeva del Reino Unido, cubierto con el estandarte real y la corona imperial. Su sucesor Carlos III y otros miembros de la familia real siguieron a pie el cortejo.

Como si de un gran concierto de rock se tratase, Hyde Park se llenó este lunes de decenas de miles de personas para seguir por pantallas gigantes el funeral de Isabel II y la procesión fúnebre por Londres, en un ambiente que mezcló la solemnidad más absoluta con las "buenas vibraciones" de un país unido en torno a su fallecida monarca.

Escenario habitual de eventos multitudinarios, el popular parque londinense acogió a familias de picnic, veteranos de guerra luciendo medallas, hippies o jóvenes estudiantes vestidos de riguroso luto, a muchos de los que no pudieron o no quisieron guardar largas horas de cola en los últimos días para desfilar por la capilla ardiente de Westminster.

Líderes del mundo despiden a Isabel II

Ocho portadores introdujeron el féretro de Isabel II en la Abadía de Westminster, adonde llegó en un afuste tirado por decenas de marineros para un funeral de Estado ante decenas de dignatarios mundiales que despedirá a la longeva soberana del Reino Unido.

El féretro, seguido a pie por el nuevo rey Carlos III, los otros tres hijos de la reina, el príncipe heredero Guillermo y su hermano Enrique, llegó poco antes de las 11 horas a la puerta oeste de esta iglesia gótica, tras una breve procesión al ritmo del sonido de gaitas.

En la Abadía de Westminster, templo de monarcas británicos, Isabel II recibió un funeral solo reservado para las figuras gigantes, marcado por la presencia de presidentes, reyes, príncipes, primeros ministros, embajadores e invitados especiales de todo el mundo.

Con la pompa y la solemnidad que exigen unas exequias de Estado y en medio de fuertes medidas de seguridad, Isabel II fue despedida este lunes por cientos de representantes de países con los que ella debió mantener y reforzar relaciones diplomáticas durante sus siete décadas como jefa de Estado del Reino Unido.

La presencia de los dignatarios fue un reflejo del alcance e impacto de la influencia de Isabel II a lo largo de sus setenta años de reinado, afuera del templo, allí, en el mismo lugar donde la reina contrajo matrimonio con el príncipe Felipe y donde fue coronada en 1953, lo esperaban dos millares de invitados, entre ellos decenas de jefes de Estado, como el rey de España, Felipe VI, o los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y Francia, Emmanuel Macron.

En una ceremonia de otro tiempo, de solemnidad sobrecogedora, la reina Isabel II recibió este lunes un último adiós que devuelve todo su sentido al apelativo de majestuoso y evidencia que nadie maneja mejor los ritos y la pompa que la monarquía británica.

El funeral de Estado en la abadía de Westminster por Isabel II, fallecida el 8 de septiembre, puso el broche a diez días de luto nacional con una puesta en escena sin par en el mundo.

Con los invitados -entre ellos 200 miembros de la sociedad civil reconocidos por sus obras por la reina- ya instalados, el féretro fue introducido en el templo a las once en punto para que el coro de la abadía lo recibiese con el canto "Yo soy la resurrección y la vida", que ha sonado en cada funeral de Estado desde el siglo XVIII.

Tras el recibimiento por el deán de Westminster, David Hoyle, y la lectura del Evangelio según San Juan por la primera ministra, Liz Truss, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, pronunció un sermón en el que destacó la vocación de servicio de Isabel II.

"Su difunta Majestad, como es bien sabido, declaró en su discurso de su 21 cumpleaños que toda su vida estaría dedicada a servir a la nación y a la Commonwealth. Rara vez se ha cumplido tan bien una promesa", dijo.

El himno nacional "Dios salve al rey", adaptado a su nueva letra tras la muerte de la reina, selló el funeral y, de alguna forma, toda una época.

Con dos minutos de silencio seguidos en todo el país y un lamento interpretado por un gaitero escocés, petición expresa de Isabel II, culminó un rito coreografiado para quedar inscrito en la historia.

Trasladan el cuerpo de Isabel II al castillo de Windsor

El cortejo fúnebre partió poco después del mediodía hacia el castillo de Windsor, donde Isabel II fue enterrada junto a su marido, fallecido el año pasado a los 99 años, el féretro con los restos mortales de la reina Isabel II llegó este lunes después de las 13.00 hora local en procesión hasta el arco de Wellington, en la esquina sureste de Hyde Park, en Londres, donde fue transferido a un vehículo fúnebre que lo llevará hasta el castillo Windsor.

Sobre una cureña tirada con cuerdas por más de un centenar de marineros de la Royal Navy, el ataúd de la soberana recorrió en procesión las calles del centro de la capital británica, seguido a pie por el rey Carlos III, el príncipe Guillermo de Gales y otros miembros de la familia real.

Los británicos demostraron su devoción por la monarca echándose en masa a las calles del centro de la capital, hasta el punto de obligar a las autoridades a cerrar el acceso a los lugares desde los que se podía ver la procesión.

Pese al gentío, el silencio se adueñó de las calles al paso de la comitiva. Tras pasar por delante del Palacio de Buckingham por última vez, el cuerpo de Isabel II fue trasladado a Windsor.

En las conversaciones de la gente, en las decenas de banderas que coloreaban "The Long Walk", en las paredes del castillo de Windsor, como si echasen de menos su presencia, en todos sitios afloraba el nombre de la monarca; el gran reclamo de las miles de personas que acudieron al pueblo localizado al oeste de Londres para presentar sus respetos a la reina y derramar unas últimas lágrimas por ella.

Tras el funeral en la Abadía de Westminster, el coche fúnebre de la reina se dirigió por carretera a Windsor, donde la gente esperaba desde hacía más de 24 horas. Los primeros valientes llegaron a las tres de la tarde del día anterior, según informó un miembro de la organización.

El funeral de Westminster fue retransmitido en las pantallas del bosque y arrancó murmullos cuando apareció el ex primer ministro Boris Johnson en pantalla, aplausos con el rey Carlos III y lágrimas y emoción cuando sonó el "Dios salve al rey".

La cantidad de gente llegada de todas partes del mundo desbordó las previsiones en Windsor, cuyo antecedente más cercano fue la boda de Enrique y Meghan en 2018, cuando 150.000 personas asistieron a las celebraciones.

La policía desplegó su mayor operativo de siempre en el pueblo, ante la previsión de que las multitudes de la boda se superasen, y posicionó un férreo perímetro, con arcos de seguridad, chequeo de mochilas y perros en busca de explosivos.

Pese a la enorme concentración de gente, reinó la paz, el buen ambiente y la felicidad entre los adeptos a la reina. Juegos de cartas, lectura, alguna que otra siesta, comida y charlas amenas con los compañeros de parcela; así pasó el rato la gente en Windsor, a la espera de que apareciese el féretro por el fondo de "The Long Walk", cuya colina está coronada por la estatua de un caballo, una de las grandes pasiones de la monarca.

Cuando este por fin lo hizo, a eso de las 15:30 hora local, se difundió el silencio. Una voz pidió respeto y todo Windsor se silenció. Los teléfonos móviles se elevaron y grabaron cada paso de la escolta real y del féretro, el cual fue recibido con unos solemnes aplausos a su paso.

La reina se perdió al fondo del "The Long Walk" y encaró los últimos metros de su último paseo. La última vez que su pueblo pudo decirle adiós. La última vez que la gente pudo despedirse de su "abuela".

Descenso del féretro de Isabel II, el fin de una era en el Reino Unido

Después de un servicio religioso que cerró diez días de condolencias por su fallecimiento, la reina Isabel II ya descansa en la capilla de San Jorge, donde fue enterrada este lunes junto a su marido, el duque de Edimburgo, en una ceremonia privada a la que solo asistieron los miembros más cercanos de la familia real británica.

Fue la última despedida de Isabel II, que viajó en coche fúnebre desde Londres, antes de recibir el cariño de su gente en las calles de Windsor y de entrar en la capilla de San Jorge, lugar de reposo de los grandes monarcas británicos.

Alrededor de las 15.30 hora local, el féretro de la reina entró en la localidad de Windsor, situada al oeste de Londres. Algo más de una hora tardó el coche fúnebre en recorrer los 35 kilómetros que separan el arco de Wellington, lugar del que partió el coche tras el funeral en la Abadía de Westminster, del castillo de Windsor, donde la gente pudo darle una despedida final.

Con una fuerte escolta y con la presencia de miles y miles de personas en las calles del pueblo, el féretro con la reina Isabel II entró en la que ha sido su residencia más habitual y desde ahí se dirigió a la Capilla de San Jorge, situada a apenas unos metros del castillo, donde se realizó un pequeño servicio, como quedó acordado con la monarca antes de su muerte.

Una vez el féretro se colocó en el altar, los miembros de la familia real tomaron su sitio. El primero, el rey Carlos III, ovacionado a su llegada a Windsor y acompañado por sus hermanos y por sus hijos.

En total, unos 800 invitados se dieron cita en la capilla, entre ellos, el rey de España, Felipe VI, y su madre, Sofía. No estuvo la reina Letizia, que tenía que tomar un vuelo a Nueva York, ni tampoco el emérito Juan Carlos, que declinó la invitación. Otros líderes mundiales, como el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tampoco estuvieron presentes en este segundo servicio, y partieron rumbo a Nueva York para la Asamblea de las Naciones Unidas que comienza esta semana.

La ceremonia estuvo dirigida por el deán de Windsor, David Conner, que leyó versos del libro del Apocalipsis, como ocurrió en los funerales de los abuelos de la reina, el rey Jorge V y la reina María, en 1936 y 1953, respectivamente, y en el de su padre, el rey Jorge VI, en 1952.

Conner también fue el encargado de uno de los momentos más delicados del oficio, cuando tuvo que despojar a la reina de sus joyas. El deán quitó de lo alto del féretro la corona imperial, el orbe real y el cetro de oro, que han acompañado a la reina durante la capilla ardiente en Westminster Hall y durante el funeral de este lunes. Estos, una vez finalizado el oficio, volverán a su emplazamiento habitual en la Torre de Londres.

A las 16.49 hora local, el féretro fue bajado a la cripta, después de que el rey Carlos III colocara una bandera militar de la reina sobre él y el lord chambelán, Andrew Parker, rompiese simbólicamente el bastón de mando.

A continuación se entonó el "God Save the King" (Dios Salve al Rey), el nuevo himno nacional que sustituye al "God Save the Queen" (Dios Salve a la Reina).

Tras sonar "Preludio y Fuga en La Menor", de Johann Sebastian Bach, el servicio llegó a su fin. El rey se despidió del arzobispo de Canterbury y salió de la capilla, entre los aplausos del público de Windsor y dando por cerrados los actos oficiales por la muerte de su madre.

A las 19.30 hora local, en una ceremonia íntima de la que el Palacio de Buckingham no desveló detalles, la reina Isabel II fue enterrada en la cámara real, al lado de su marido, el príncipe Felipe, que fue sepultado aquí en abril de 2021.