La tolerancia hace posible la diversidad

En 1996, la Asamblea General de la ONU (en su resolución 51/95) invitó a los Estados Miembros a celebrar el Día Internacional de la Tolerancia el 16 de noviembre. Esta acción dio seguimiento al Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia de 1995, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993 por iniciativa de la UNESCO, como se indica en la Declaración de Principios sobre la Tolerancia y Plan de Acción de Seguimiento del Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia.                  

                        La Declaración describe la tolerancia no solo como un deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos, los grupos y los estados. Sitúa a la tolerancia en el marco del derecho internacional sobre derechos humanos, elaborados en los últimos cincuenta años y pide a los estados que legislen para proteger la igualdad de oportunidades de todos los grupos e individuos de la sociedad. 

                        Según, la Dra. Victoria Camps Cervera, la tolerancia se nos presenta como virtud, con una doble perspectiva: moral y política.

                        Como virtud moral, porque con la tolerancia se aceptan las diferencias culturales y de opinión, las creencias y las formas de vida distintas a las propias, porque en cuestiones morales, políticas y culturales, no se puede establecer una verdad única y definitiva. Así, la tolerancia es la aceptación consciente y positiva de las diferencias culturales, políticas o morales (de grupos estables organizados o de personas individuales) porque representan otras formas de pensamiento o de acción, sin que esto suponga una renuncia a las propias convicciones ni ausencia de compromiso personal.

                        Como virtud política, porque hoy por hoy, las sociedades democráticas mantienen en gran medida sus sistemas de convivencia, gracias a la consciente aceptación del pluralismo cultural de su propia realidad social, y ello, es gracias al ejercicio de la tolerancia.

                        Del mismo modo, la tolerancia puede ser entendida desde un punto de vista negativo y desde otro positivo. Negativo porque, si atendemos al significado del verbo “tolerar”, éste lo hallamos en clave negativa: aguantar, soportar, resistir, sufrir, consentir, permitir, etc. El acto de tolerancia presupone, primeramente, la existencia de razones para no admitir una acción, una ideología o una creencia. Sin embargo, tras sopesar o ponderar otro tipo de razones, éstas se sobreponen a las primeras, de manera que se convierten en un motivo válido para cambiar de actitud, y en definitiva, permitir, tolerar, dicha acción, ideología o creencia. Desde un punto de vista positivo, la tolerancia conlleva una actitud caracterizada por el esfuerzo para reconocer las diferencias y comprender al otro, es decir, reconocer su derecho a ser distinto.

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-77422004000100012

                        La injusticia, la violencia, la discriminación y la marginalización son formas comunes de intolerancia. La educación inclusiva es un elemento clave para luchar contra estas formas de exclusión y ayudar a desarrollar una actitud independiente y un comportamiento ético. La diversidad de religiones, culturas, lenguas y etnias no debe ser motivo de conflicto sino una riqueza valorada por todos.

                        La UNESCO define a la educación inclusiva como: una aproximación estratégica diseñada para facilitar el aprendizaje exitoso. Hace referencia a metas comunes para disminuir y superar todo tipo de exclusión desde una perspectiva del derecho humano; asimismo, parte de la defensa de igualdad de oportunidades para todos y tiene que ver con remover todas las barreras para el aprendizaje, y facilitar la participación de los más vulnerables a la exclusión y la marginalización.

                        Si bien es cierto, que fomentar una cultura del respeto a la diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos, no es tarea única de la educación, sin embargo, si es un factor primordial, por lo que, las asignaturas desde la educación básica hasta la superior se deben ajustar a las circunstancias sociales, promoviendo ante todo el respeto a la dignidad humana de la persona.

 

  • Es Doctor en Derecho por la BUAP, donde se desempeña como: Defensor Adjunto en la Defensoría de los Derechos Universitarios y Profesor en la Facultad de Derecho y C.S.

Comentarios:Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. / Twitter: @apjorge/ facebook: Jorge Pinto/ Instagram: jorgepinto_9