Torerías

Amigos, es cierto que es muy limitada la actividad taurina de nuestro país y del mundo en general. Sin embargo, dicen que, de lo bueno, poco. Y vaya calidad de ejemplares de la histórica ganadería de Coaxamalucan el pasado fin de semana en Tlaxcala, capital.

Si algo ha sido distintivo en estos meses de pandemia, es la capacidad de organización de las autoridades tlaxcaltecas para los festejos taurinos. La coordinación de Protección Civil, autoridades estatales y municipales, así como la operatividad del Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino han marcado la pauta en este confinamiento obligado de ocho meses. El ganadero Rafael González Bocardo y familia, enviaron tres ejemplares que, nos dicen que el público incluso recordó aquel “Cobradiezmos” de Victorino Martín en Sevilla, indultado por el español Manuel Escribano. En entrevista para nuestro programa dominical, el ganadero Rafael González Bicardo subrayó que estos toros rebasaban los cinco años. Por lo que estaba muy contento con el comportamiento de sus toros en el ruedo. Esta ganadería se caracteriza por ser muy estricta en la selección de sus ejemplares en las tientas y ahí están los resultados.

En otro orden de ideas. Si juntamos a las ganaderías de bravo del suelo patrio y las confináramos imaginariamente en un solo lugar, ocuparían más de la superficie que hoy tiene la gran ciudad de México. De ese tamaño es el pulmón, la huella ecológica que aportan los ganaderos mexicanos al mundo. Es cierto que la pandemia del coronavirus trajo consigo durante los primeros meses más de 12 millones de desempleos. Y que la recuperación ha sido muy paulatina. Tener espacios donde se fomenta el empleo pero que además se permita el razonable equilibrio ecológico, protegerlo antes, durante y seguramente después de la pandemia, debe obligarnos a una sola reflexión: ¿por qué no sumarnos a tener más espacios naturales y los que ya se tienen, cuidarlos mejor? Tan solo la UNAM reconoció hace poco que, de los 37 mantos acuíferos más grandes del mundo, 21 se encuentran en situación crítica, pues ya se les extrajo más agua de la que recuperaron. Cabe recordar que un manto acuífero es un depósito de agua que circula a través de formaciones geológicas en el subsuelo, el cual puede recargarse gracias al agua de lluvia y las nevadas. Por ejemplo, en el caso del acuífero que abastece a la Ciudad de México, este se recarga con el agua que se filtra de las sierras al sur de la capital del país.

La declaratoria en Tlaxcala, de considerar a las ganaderías de bravo como “reservas ecológicas”, es reconocer lo que por naturaleza ya son las dehesas. Pero mejor aún, si echamos una mirada a su pasado, las ganaderías también eran grandes comunidades donde se convivía en equilibrio ecológico y económico e incluso ahora histórico. Lo que presentó recientemente ante el congreso de su estado la diputada Michaelle Brito Vázquez no fue solamente reconocer que el 12% de la superficie del estado tlaxcalteca es dedicado a la conservación del toro de lidia, sino que es la huella ecológica de Tlaxcala en favor del planeta.