Las personas senectas en nuestro país, son las más vulnerables ante la pandemia de Covid-19, por patologías crónicas, sobre todo de tipo cardiovascular, o bien por factores de riesgo como son: hipertensos, diabéticos, problemas respiratorios crónicos, cáncer, VIH, entre otros. Asimismo, su fragilidad económica y los limitados servicios médicos a los que pueden acceder los hace muy susceptibles a la pandemia.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018, realizada por el INEGI, el número de personas de 60 años o más que reside en México es de 15.4 millones, cifra que representa 12.3% de la población total, 1.7 millones de personas de 60 años o más viven solas.
Conforme al Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) y al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) ambas solo tienen el control sanitario del 1.2% de las casas de asistencia para adultos mayores en el país, es decir, estos organismos sólo atienden 10 asilos de un total de 819.
Las condiciones adversas por las que atraviesan nuestros ancianos, son desalentadoras en estos tiempos de emergencia sanitaria, sin embargo, son una lección que debe dar lugar a corregir los errores y diseñar y realizar políticas públicas de largo plazo, que garanticen los derechos humanos de la vejez. Sin duda, es uno de los grupos que requiere mayor atención y preocupación por parte del gobierno en esta pandemia. El estado debe garantizar el abastecimiento de los medicamentos que requieren para atender sus enfermedades crónicas y terminales sin perder de vista la atención médica que debe brindarse a enfermos de COVID-19 (Art 4° Constitución).
La Organización de Naciones Unidas prevé que entre 2015 y 2030, el número de personas de 60 años o más aumente de 901 millones a 1400 millones. El incremento del envejecimiento poblacional y la desigualdad económica tienen un importante componente generacional. Además, el rápido envejecimiento de la población, junto a los cambios demográficos, sociales o estructurales pueden agravar las desigualdades a las que se enfrentan las personas mayores, limitando el crecimiento económico de un lugar, así como su cohesión social.
El envejecimiento poblacional en América Latina y en el caso de México, obliga a los gobiernos a invertir recursos económicos, crear infraestructura, generar actividades ocupacionales, mejorar y modernizar los servicios de salud en consulta, abastecimiento de medicamentos, chequeos permanentes presenciales y a distancia, contar con un censo de salud de personas senectas, mejorar la atención urgente por complicaciones de salud, como lo es, por enfermedades crónicas, terminales e incluyendo los casos de COVID-19, con la finalidad de no dejar a los adultos mayores en segundo o último lugar cuando se tenga que dar un tratamiento o la utilización de equipos médicos, como lo son: los ventiladores, que por escasez en la emergencia sanitaria, se destinan a las personas más jóvenes, discriminando y transgrediendo los derechos humanos y fundamentales de los senectos. ¡Debemos respetar la dignidad humana de las personas mayores!
“La vejez es una etapa de la vida maravillosa con un estupendo tiempo existencial y no cronológico. Se deja de ser dramático, todo pasa y pasará y nada es último ni definitivo, las presiones de llegar a ser, las ansias de estabilidad y de riqueza o en su caso de poder ya han pasado, los sentimientos son más firmes que nunca…La vida se disfruta, la vida se saborea, además, los recuerdos viven y hacen feliz. La diaria aventura de vivir, se manifiesta, como nunca”… Dr. Leoncio Lara Sáenz.
- Es Doctor en Derecho por la BUAP, donde se desempeña como: Defensor Adjunto en la Defensoría de los Derechos Universitarios y Profesor en la Facultad de Derecho y C.S.
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